
¿Permanecer dormidos o Despertar?
La vida es mucho más simple de lo que imaginamos o de cómo la miramos. Nuestros pensamientos, creencias, el perfeccionismo, el estar pendiente de la opinión del otro o de qué dirán, atormenta nuestra vida haciéndola ver más difícil.
¿Cuántas veces me han dicho que soy una loca por querer hacer algo que me gusta mucho o por perseguir lo que quiero?. El miedo a lo desconocido, al fracaso, al no saber qué sucederá paraliza a muchos. No me centro en la dificultad, me centro en lo que quiero y en lo que sé que me hace feliz, porque cuando lo hago me siento yo misma. Y ¿saben? Cuando quieres mucho algo, las cosas llegan, casi por un acto de magia (eso es lo más maravilloso), el universo conspira contigo y te abre las puertas para que lo logres.
Despertarnos y darnos la oportunidad de conocer, descubrir, sentir diferentes sensaciones, experimentar nuevas vivencias, conocer y conocernos. Cuando abrimos los ojos al mundo nuestra propia experiencia cambia, miramos al mundo y a nosotros mismos de manera distinta, nos redescubrimos, nuestra esencia sale a relucir, somos nosotros. Además, aprendemos a distinguir lo que no nos hace bien y lo que es necesario soltar, también aprendemos a valorar aquello que nos llena, que nos hace sentir plenos y felices.
Empezamos a tener claro hacia dónde queremos ir, cuáles son nuestras metas y qué pasos necesitamos dar para avanzar. Quizás al principio no veamos todo el camino, pero dando estos pequeños pasos hacia nuestros sueños el camino se empezará a despejar, se irá esa neblina que nos impide ver, comenzaremos a darnos cuenta qué es lo que necesitamos para continuar.
Agradezco a aquellas personas que confían en mí y en mis sueños, que me apoyan, que están presentes. También, agradezco a las personas que hicieron que este viaje fuera realmente maravilloso, consciente, vivido en plenitud. Si bien fue una viaje pensado para mi mamá y mi tío (conocer el lugar donde nació mi abuela), creo que fui la que gané más, en experiencias, en sensaciones, en lo vivido, en conocer parte de mi familia y, sobretodo, en volver a encontrarme y conectarme con mi propio ser.
Les narro parte de esta maravillosa experiencia porque ha dejado una huella en mí. Tengo 55 años y aún sigo aprendiendo. En mi vida he tenido varias caídas, pero no me he dejado vencer. Viví 50 años con una persona narcisista y alcohólica, taparon y tapé mi propia esencia, pero aprendí a pararme, a renacer, a florecer, me hice fuerte. Como dice Thich Nhat Hanh: “Sin barro no hay loto. Honra tu proceso”. Aquí estoy, sigo avanzando en mi crecimiento y honrando todo lo que he vivido y me permite ser lo que soy ahora. Cuento mi experiencia para mostrar que sí se puede cuando se quiere. No soy una experta en la vida ni pretendo serlo, solo digo lo que siento y pienso y si a alguna persona le pueden servir mis palabras para despertar, créanme que me sentiría feliz de poder aportar.